25 de julio de 2009

Machismo teen

El machismo teen no es un problema chiquito. Así lo dimensiona la española Pamela Palenciano Jódar, que fue víctima de un novio maltratador en su adolescencia y convirtió su experiencia personal en la muestra itinerante de fotos “No sólo duelen los golpes” que llegó a Córdoba, pero no para quedarse quieta. Pamela recorrió colegios secundarios en donde adolescentes la escucharon y, en varios casos, se identificaron con su relato. Muchas chicas levantaron la mano o la esperaron en las escaleras para mostrarle cómo sus novios las controlaban por celular. Pamela ahora vive en El Salvador y confía tanto en el camino del buen amor como en la necesidad de prevenir el neomachismo que confisca a las más jóvenes a través de la tecnología.

Por Luciana Peker
desde Córdoba


Pamela Palenciano Jódar tenía 12 años cuando conoció a Antonio. La historia podría quedar en una historia adolescente, generalmente, apasionada, turbulenta, crucial, pero olvidada en el pasado cuando ya se pasa del colegio. Pero la historia con él –con el que le prohibió vestirse con polleras y le cerraba la boca si ella quería comentarle sus pasos de breakdance y la burlaba si ella quería leer un libro– se convirtió en un camino –personal y social– de bronca, búsqueda, sanación y encuentro montado en una serie de fotografías y charlas enmarcadas por el lema “No sólo duelen los golpes”.


Pamela fue invitada a Córdoba por la Red Nosotras en el Mundo, con el apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid) y se presentó, durante junio, en el Instituto Cabred (de formación docente), la Escuela de Trabajo Social y los colegios secundarios Dean Funes y Alejandro Carbó (que escucharon aproximadamente 400 personas). Sus potentes montajes audiovisuales y relatos abordaron la educación y experiencia en la infancia; el mito del amor romántico; la relación de pareja en la adolescencia, la violencia psicológica, sexual y física; la conciencia de la violencia; la integración del dolor; la agresividad femenina como consecuencia de la violencia vivida con un agresor; la recuperación integral y la construcción de otro modelo de amor.


Tal vez, la suya es la clase de prevención de violencia machista más clara, brutal, sincera, sentimental y eficaz que se haya visto –al menos por la Argentina–, porque Pamela habla sin un libreto de deberes por ser, sino desde su propio cuerpo con el que las y los adolescentes se sienten identificados, removidos y –también– esperanzados. Porque en su propia cronología amorosa –al fin y al cabo el latido más potente de casi todos y todas los que buscan en los abrazos un lugar desde donde amainar los dolores y alcanzar el goce más infinito– Pamela no sólo despotrica contra los maltratadores, también alerta a las jóvenes que no las radaricen a través de su celular y relata en carne viva sus vivencias y su apuesta a un amor verdaderamente disfrutable.

Ella no da la sensación de una docente que está de vuelta de nada, sino de una mujer que todavía gira en busca de las pisadas que la lleven a estar bien plantada “Eso no era amor, era violencia. Mi novio no me quería como yo era. Me quería sin mi amigo Alberto, sin mi música (le hizo sacar todos sus posters de ídolos varones y cambiárselos por los de las Spice Girls que no le generaban celos), sin mi falda corta. No me quería a mí, ni quería una relación con igualdad”, dice Pamela desde las vísceras, el viernes 12 de junio en el tradicional colegio de la capital de Córdoba Alejandro Carbó, ante alrededor de 150 alumnos/as.

¿Cómo hacer para que los varones no se sientan espantados por una charla en donde se habla del maltrato machista? “El hombre de verdad escucha una opinión y el machista no”, distingue Pamela. Y explica un ejemplo de su propia juventud en donde Antonio –experto en breakdance– estaba bailando con sus amigos cuando ella –entusiasmada como reproduce con su cuerpo casi saltando– le sugirió un paso. “¿Por qué no haces la mariposa?”, lo alentó. “Después hago la mariposa, estúpida”, le contestó Antonio que la castigaba con palabras hirientes o silencios irritantes. Y si ella se ofendía, él la ninguneaba: “¿Qué te pasa, tienes la regla?”. Las palabras dolían, el desprecio también. Pero además, a veces, la dejaba sin aire. “No hay una sola manera de pegar”, apunta Pamela que también vio el puño de su novio amenazándola cuando ella estaba cocinando una paella y él notó que se le escapaba la tirita del corpiño. Eso bastó para insultarla: “Te estás poniendo como una puta”.

Pero no era sólo lo que él decía, sino cómo ella se sentía. Pamela se recuerda destrozada: “Estaba hecha mierda, con 108 kilos, sin pendientes, ni ganas de hablar, él me había hecho dejar tae kwon do, si lo empujaba él gritaba para que viniera la policía y si yo quería decir algo, él me pellizcaba para que me calle”. No era sólo lo que él le hacía, sino, también, lo que ella se tenía que dejar hacer. “Yo le decía ‘Antonito no’ y Antonio seguía. Una sola vez se puso un condón porque decía que el condón era para los que tenían sida, todas las otras veces fueron marcha atrás”, describe la violencia sexual que ella no veía, ni sentía, ni –por supuesto– disfrutaba, pero sí la ponía en riesgo.

Pamela cuenta todas sus vulnerabilidades desde su lugar de española. No sólo europea. Además, de una chica rodeada de psicólogos, abogados y una familia de profesionales y universitarios. Pero nadie se daba cuenta de nada. Salvo Antonio –que dejó el colegio a los 14 años y ahora tiene 30– y le decía las cosas bien claritas: “Aquí mando yo”. Ella lo quería dejar, pero él hacía del libreto machista una plegaria: “Te juro que es la última vez” y, por si no alcanzaba, “Si me dejas te mato”. Y si ella se plantaba y le decía “Antonio, que hemos terminado”, él sabía mediatizar en otras noticias que reproducía la tele el temor consumado en femicidio que en España le cobra la vida a 100 mujeres por año. “¿Que hemos terminado? Mañana va a aparecer tu cuerpo cortado en primera plana.”


OTRO CAMINO PARA EL BUEN AMOR

Hasta que, a los 17 años, ella descubrió su amor por la radio y quiso ser locutora. “Vas a ser locutora de pollas”, la amenazó él que quería casarse después de cinco años de noviazgo. Pero ella pudo subir su voz, escaparse a la universidad y la violencia terminó. Aunque no mágicamente. “Hay psiquiatras que creen que el machismo se quita con una pastillita y muchas maltratadas pasamos a ser dependientes de una copita o de un porro”, despoja de soluciones mágicas la salida de la violencia. Aunque, recién a los 21 años se dio cuenta que había sido maltratada. Y ahí empezó a pedir ayuda.

Pamela sigue en su relato. Pero no habla sólo con espuma de rabia en la boca. Sin hacer del cuento un happy end de una princesa de pelo rojo y anteojos violetas –“el feminismo te cambia la mirada para siempre”, acentúa– también sin sonrojarse como su pelo enrojecido relata la construcción de un amor lindo que está haciendo ahora en El Salvador con su actual pareja: Iván. Ella no pone el final de sus metas en ese amor. “Si no sale, no sale, ya no me siento atada a un hombre”, aclara. Y reivindica: “Yo doy rienda suelta a mis deseos y soy dueña de mi vida y me fui a El Salvador a ser Pamela y no la mujer de Iván”. Pero también explica que el buen amor no se da por arte de magia –como en los cuentos de princesas– ni química pura –como parecen explicar en la híper sexología moderna– sino con acuerdos, libertades y, por sobre todas las cosas, respeto y encuentros. Que no se terminan nunca, sino que se reavivan ante cada discordia y vuelven a juntarse –como los cuerpos que se aman, que se imanan en la pasión– en cada ganas de encontrarse sin disparidades sino con el sinfín del placer de las diferencias.

Esa apuesta de Pamela a dejar España e irse a El Salvador a generar un proyecto con un hombre en donde no haya nadie por arriba ni por abajo –salvo cuando los cuerpos o las almas disfrutan de ser un hombre y una mujer y no pretenden ser iguales, sino tener iguales derechos– no es sólo un detalle al final de la charla. También es un modo de que la pelea contra la violencia no se vuelva un cuco que aleje a las jóvenes –y las no tanto– de la necesidad de amor, de pasión y de roce con el sexo opuesto o el mismo sexo, con cualquiera de los sexos, en donde la esencia del encuentro es la pulsión a la calidez y la hoguera.

Pamela también cuenta que hay otra cara de la violencia y es –sí– tan cursi como suena y como suele ser el amor, un amor bonito, bienvenido, bienintencionado y al que se puede curar, crecer y caminar con el equilibrio necesario para no caer en el vacío del maltrato. “Ahora con mi pareja salimos fuera de la casa para hablar de cosas difíciles, negociamos si hay temas delicados y si notamos que estamos enojados decimos ‘lo hablamos después... o mañana’. Por eso no hay peleas”, recomienda Pamela, un camino donde no sólo se esquive la violencia sino que también se encuentre una manera de encontrarse.


EL CASTILLITO DONDE LAS PRINCESAS SE QUEDAN SIN PRINCIPE

La iniciativa de Pamela empezó después de darse cuenta que había sido víctima de violencia, de ir a un centro de ayuda para la mujer, de sentir que los demás la miraban como pobrecita, de tener la furia y la bronca de no querer estar más en ese lugar de sometimiento y, después de pasar por todo eso, de buscar hacer algo con su propia historia para que no se repitan otras historias. Así generó el proyecto de exposición de fotos y talleres de prevención de violencia machista “No sólo duelen los golpes” en donde las fotos se vuelven palabras y las palabras previenen nuevas heridas.

El taller, que ya recorrió España, Austria, Corea, México, Colombia, El Salvador y, ahora, también Córdoba, empieza así: “Hay dos castillitos: el de las mujeres y el de los varones. A las mujeres nos dicen que hay que estar guapas”, cuestiona Pamela, frente a una montonera de adolescentes que la escuchan en fila en una clase modelo de educación sexual –de las que todavía no se aplican en Argentina y tienen que llegar por la voluntad de organizaciones no gubernamentales en vez de iniciativas estatales como obliga la ley– en donde desvestirse de estereotipos es empezar a ser libre. Y a sacarse las dudas.

–¿Qué puedo hacer para ayudar a una amiga que es maltratada? –pregunta un adolescente.

–Tenerle paciencia e intentar no ser morboso. Intenta no preguntarle “¿Te pega?”, pero sí llevarla a lugares donde la puedan acompañar y acompañarla vos durante su proceso.

–Cuando te dicen “Mirá, tu novia está hablando con otro” uno siente la presión social y la inseguridad –increpa otro chico desde la platea escolar.

–Si un chico sale con 24 chicas es genial y si una chica habla con 24 chicos es una puta. Pero es importante entender que hablar en contra de la violencia machista no es que nosotras querramos agarrar el poder y pisar a los varones. No hay que dejarse dominar. Pero tampoco los chicos tienen que dejarse controlar el celular. Nada de eso –contesta Pamela, que ahora es ella la que pregunta:

–¿Conocen casos parecidos al noviazgo violento que yo les relaté?

Veinte manos se levantan en el aula grande del colegio Alejandro Carbó del centro cordobés. Veinte chicas que dejan de ver a sus amigas, que agachan la cabeza, que se visten por si las retan, que se callan por si son ninguneadas. Veinte manos en un colegio donde se viene a aprender y las jóvenes no aprenden a fortalecerse en sus aulas. Ella tiene, entonces, veinte manos, que le piden más respuestas o confesiones o cuestiones pendientes, síntomas de violencia.

–Mi novio me da permiso para salir, pero le molesta que salga. Y después me lo reprocha cien veces –cuenta una alumna.

–El permiso te lo tiene que dar tu padre o tu madre. ¿Sabés? Si en tu pareja te tienen que dar permiso es porque estás ubicada en un lugar por debajo de tu novio y no vas a ser libre. No es lo mismo el grado 1 al grado 1000 de machismo (que es el que te mata), pero igualmente tienes derecho a salir cuando te da la gana. Se puede cambiar y generar otra cosa –le recomienda Pamela.

–Mi novia estuvo dos años con un novio que le pegaba y a mí me costó mucho hacerla entender que yo no la iba a golpear ni que era celoso. Pero como ella era así me contagió y le empecé a controlar el celular –cuenta otro alumno.

Las voces, entonces, se multiplican. La sala grande de un colegio histórico donde San Martín mira desde atrás como las relaciones de poder entre varones y mujeres siguen vigentes y los globos celestes y blancos adornan un aula que mira más a la historia que a cambiar el futuro muestran las vulnerabilidades de los y las adolescentes. Y demuestra que cuando alguien los escucha, ellos y ellas quieren hablar, contar y resguardarse para aprender –y sí, suena fácil la tarea más compleja para encarar desde la igualdad– a amar.

–Yo he vivido la violencia en mi casa y cuando me puse de novia me daba miedo que me pasen esas cosas. Después entendí que dependía de una decisión mía dejarme maltratar, le cuenta a Pamela una alumna de voz dulce , una actitud tímida y un pasado arrasado por una historia de maltrato que quiere escribir nuevas páginas.

La charla termina y la sala se vacía. Las escaleras se llenan de bullicio de recreo pero quedan los ecos. Kofi, de 16 años, se queda: “Le dio palos a todos los hombres, pero tampoco estoy a favor de que a las chicas les peguen y ellas no hagan nada. ¿O qué les parecería que todas hagan el servicio militar?”, pregunta Kofi en un país donde el servicio militar obligatorio ya no existe. Pero también increpa sobre nuevas disparidades de género: “Las chicas me tocan a mí la cola en el pasillo y yo no se las puedo tocar a ellas”.

“La charla me va a ayudar a poner un freno”, siente Daniela, que tiene 18 años y ya está en sexto año del nivel medio. “Me hizo abrir los ojos que violencia no sólo son los golpes. Mi novio no me prohíbe hacer nada, pero me reprocha lo que hago y por eso todo es un conflicto”, cuenta. Laura tiene 17 años y no necesita que le cuenten de qué se trata la violencia. “A mi mamá le pegaba el marido. Yo escuché mucho su historia y escuchar que otras personas pasaron por lo mismo me ayudo mucho”, dice, como pidiendo abrazos, en donde no sentirse hundida por sus propias marcas. Que no son marcas de la historia. La violencia sexual da el presente en la escuela. Así lo muestra Maia, de 16 años: “Estaba empezando una relación con un chico y él me dijo ‘tonta’, yo le dije que no me diga tonta porque flasheo mal”.



Fuente: Las 12

Reportaje al nuevo Ministro de Educación (4)

La ley universitaria en 2010



El año pasado se había dicho que se iba a sancionar una nueva Ley de Educación Superior. Hay varios proyectos en ambas cámaras, ¿va a salir este año?

–No. Hay que escuchar la opinión de la sociedad. Nosotros hemos trabajo con pluralismo y diálogo las leyes de Educación Técnica, la Nacional de Educación y la de Financiamiento. Muchos partidos de la oposición nos acompañaron en algunas de ellas. Mucho más con la Ley de Educación Superior, exige consenso y no corresponde políticamente sancionarla con esta representatividad. Hay una representatividad distinta a partir del 28 y estamos dispuestos a discutir. Creemos que con el Congreso del año que viene la vamos a sacar. Siempre decimos que buena parte de los legisladores tienen opinión sobre la ley universitaria porque son universitarios, representan a las universidades de sus provincias. Queda para el año que viene y es otra de las preocupaciones de la Presidenta que vamos a trabajar con la Unidad de Planeamiento.





Fuente: Página 12

Reportaje al nuevo Ministro de Educación (3)

“Falta una política agresiva”



Los profesores de media repiten que, muchas veces no saben qué hacer frente al tema de la droga: se enfrentan a chicos que van porque las escuela todavía los contiene pero el aprendizaje es una quimera...

–Ahí nos está faltando una política más agresiva, más enfática. Nosotros no tenemos una política específica y es una carencia. Quizás en esta relación que la Presidenta nos pide con Salud: nosotros estamos pensando en recrear lo que era antes la Sanidad Escolar, quizás tengamos que hacer algo con la droga. La escuela ejerce como prevención inespecífica porque la caída de los pibes en la droga está denunciando que los pibes no tienen proyecto, la escuela es un buen proyecto. Si el pibe está contenido, está dentro del sistema educativo y puede hacer deportes es menos posible que llegue a la droga. Si bien la droga está muy extendida, tiene que ver con que te agarra en un momento débil, no tenés un proyecto de vida y también tiene que ver con la marginalidad, la pobreza, si bien la droga no reconoce clase social...

–Sí hay distintos tipos...

–El paco y estas cosas que destruyen están donde está la pobreza, en el conurbano profundo. La educación no es una variable independiente, no es casualidad que a los que peor les va es a aquellos que pertenecen a los sectores más desfavorecidos. En este país los pobres repiten más que los no pobres, los pobres tienen dos o tres años menos de escolaridad que los no pobres.




Fuente: Página 12

Reportaje al nuevo Ministro de Educación (2)

“Paritaria con imaginación”

El incremento de la inversión se reflejó en aumentos de salarios, sin embargo este año hubo una proliferación de conflictos docentes y mucho se criticó la convocatoria tardía a las paritarias...

–Hay un tema que tiene que ver con la organización política de un país federal y más específicamente la organización del gremialismo educativo. Hay cinco entidades con representatividad nacional y después éstas se multiplican en las provincias: hay dieciséis gremios en la ciudad de Buenos Aires, ocho gremios en el Chaco... Tenemos el alerta de los ministros que nos dicen pensemos otra estrategia. Otra estrategia no es salir de la paritaria, creemos que a la paritaria se la mejora con más paritaria, con imaginación. El camino de arreglamos con los cinco gremios nacionales, nos sacamos una foto y después en las provincias hay paros, no funciona más. En ese marco empezamos a pensar y a trabajar con gremios y ministerios provinciales, podríamos anticipar la paritaria. No sé si este año empezó tarde pero una posibilidad es ver si nos podemos plantear trabajar salarios en el último tercio del año. Si en octubre, noviembre, podemos empezar a trabajar, tenemos que salir de la trampa de marzo. Si uno pudiera pactar un promedio, arrancar el año con x aumento y volver a discutir en mayo.

–Evitar el no inicio de clases.

–Esto pasa en otros países. Se pacta antes, creo que debiéramos pensar en una estrategia así.



Fuente: Página 12

Reportaje al nuevo Ministro de Educación

“La gran deuda es la nueva escuela secundaria”

El sucesor de Juan Carlos Tedesco dice que trabajará armónicamente con su antecesor, quien quedó al frente de un área especial de planeamiento educativo. Apuesta a un trabajo conjunto con Desarrollo Social y Salud para retener a los adolescentes en las aulas.


Alberto Sileoni asumió el jueves como ministro de Educación pero todavía no se mudó: sigue en la oficina de vice. Lo espera el amplísimo despacho del otro extremo del primer piso del Palacio Sarmiento. El sábado a la noche en la Residencia de Olivos, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner le anunció que sucedería a Juan Carlos Tedesco. Una nueva escuela secundaria que contenga a los chicos y los provea de las herramientas imprescindibles para afrontar el siglo XXI es el desafío de su gestión. “Esa es la gran deuda”, dice este abogado y profesor de Historia que se compromete para que en “60 días” empiecen a operarse cambios. Asegura que no se superpondrán sus funciones con la Unidad de Planeamiento Estratégico creada a medida de su antecesor, espera poder convocar “en octubre o noviembre” a la paritaria docente para sortear “la trampa de marzo”, anuncia que la nueva Ley de Educación Superior se discutirá el año próximo con la nueva composición del Congreso.

–Usted no es un debutante...

–(Risas) No, no...Y ¿a esta edad?

–No es un debutante en el Ministerio, pero sí en el primer escalón del podio?

–Es cierto. Ojalá me vaya bien, creo que me va a servir la experiencia de haber sido ministro en la Ciudad de Buenos Aires (con Jorge Telerman). A pesar de que tenemos cuatro o cinco años acá, no es lo mismo ser viceministro que ministro en términos de funciones y de tener la última palabra. También en términos de exposición, ser ministro exige una exposición pública mucho mayor.

–Justamente, se dijo que uno de los motivos del cambio en Educación era que el ministerio tuviera más visibilidad...

–Me parece que estamos entrando en una etapa distinta del Gobierno.Yo soy parte corresponsable solidaria de la gestión con Juan Carlos (Tedesco). Acá no hay posibilidad de decir la gestión anterior... es mi gestión, como siento mía la de Daniel (Filmus) también. La Presidenta ha centrado mucho la atención en avanzar en la reforma de la escuela media. Venimos trabajando pero quizás algunos plazos habría que acelerarlos. Creo que el Gobierno también en su conjunto ha decidido revitalizarse. El señalamiento del 28 de junio nos comprende a todos. Es bastante sano pararse y decir qué parte de la responsabilidad del 28 le corresponde a este Ministerio como parte del Gobierno. Hay que escuchar, no les ha ocurrido a otros, nos ha ocurrido.

–¿Qué sentido tiene crear una Unidad de Planeamiento educativo aparte?

–En algún sentido ha cambiado el escenario político, en ese marco la Presidenta concreta una idea en términos de pensar que hay temas que pueden tratarse en tiempos distintos. Los temas pueden ser los mismos –planeamiento, evaluación–, pero esta unidad estará muy cerca de la Presidencia. La Presidenta no tiene infinitas secretarías a su cargo: tiene la General, Legal y Técnica, el Sedronar y ha decidido tener muy cerca y a la mano ésta porque de verdad le da mucha importancia a la educación. Una unidad de planeamiento para ayudar a pensar el mediano plazo, generar prospectivas.

–La duda es si no se van a superponer funciones. Cuando lo designaron, Tedesco dijo que se ocuparía de la nueva ley de financiamiento educativo. ¿Esa no es una función del ministerio?

–Por supuesto, este ministerio no va a tener mengua de sus funciones, las cuales están conferidas por ley. El decreto habla de una unidad de asesoramiento a la Presidenta. Es asesorar, ayudar a pensar, para no-sotros es bienvenida que esa unidad a cargo de Juan Carlos y con el auxilio de otros nos pueda ayudar a pensar la nueva ley de financiamiento, la nueva ley de educación superior. No estamos resignando el planeamiento, la evaluación. No vemos tampoco el peligro de que este ministerio se quede sin cabeza, que se quede sólo con brazos para ejecutar. Desde el 2003 hemos fortificado el Ministerio, volviéndolo a una centralidad que no tenía, que discute salarios, que impone pisos mínimos, que ha implantado una política distributiva de becas ambiciosa, que ha generado tres leyes. Este Ministerio ha pensado y ha ejecutado.

–Sería anacrónico, riesgoso, creer que se piensa en un lado y se ejecuta en otro.

–No va a ser más burocracia, va a ser una estructura muy chica, con un austero apoyo administrativo. La semana que viene tenemos reuniones con Juan Carlos para pensar sobre las leyes de financiamiento, de educación superior.

En octubre del año pasado difundieron el borrador para discutir la reforma de media. ¿Qué pasó? Se hicieron debates pero no se concretan en cambios de las condiciones laborales, de la organización de la escuela...

–Esa es una de las tareas que la Presidenta nos encomendó con más fuerza. La semana que viene tenemos una reunión de Consejo Federal, donde trataremos la vuelta a clases y también vamos a remarcar un calendario de acciones concretas en orden a la nueva escuela media. En esto todas las palabras están gastadas, pero el tema es sentar las bases de una nueva escuela media. Creo que en 60 días tenemos que empezar a hacer acciones que vayan en dirección de una escuela media reformada en términos de su organización curricular, institucional, de la revalorización de la cultura de los alumnos. La Presidenta nos ha pedido que trabajemos cerca del Ministerio de Desarrollo Social y estamos trabajando en un programa de control de ausentismo con varios municipios que vamos a empezar a poner en práctica. Con el Ministerio de Salud. No se nos escapa que la gran deuda que tenemos como sociedad respecto del sistema educativo es el secundario.

–Las cifras de repitencia y deserción en el nivel medio son alarmantes. Sin secundaria, los chicos se quedan fuera de cualquier ejercicio de ciudadanía plena.

–Ahí hay un problema. La cultura occidental se ha desarrollado pensando en el futuro, el futuro era un acicate, un objetivo para arribar, a los pibes hoy la posibilidad de tener un mejor o peor futuro no les mueve la aguja, no los incita. Antes si hacías la escuela media tenías garantía de tener trabajo, hoy si no hacés la escuela tenés la garantía de que te va a ir mal en la vida, de que vas a tener trabajos de muy baja intensidad; pero si hacés la escuela media no tenés garantías de que te vaya bien. Eso es desalentador para los pibes, porque lo que te estamos ofreciendo como mundo adulto es: hacer la escuela media te da la chances de jugar una carrera y no sabemos cómo te va a ir.

–Pero están los que directamente se caen...

–Estoy absolutamente de acuerdo con que tenemos un problema de desgranamiento, de deserción. Hay una colectora interesante que es la educación de adultos: muchos pibes se van pero toman revancha a través del sistema de adultos. Nos preocupan los otros, el que se va a la esquina, ése sí es un problema que tiene estrecha relación con lo social, lo económico. Eso hay que trabajarlo mucho con la asistencia. Tiene que haber adultos con más tiempo completo en la escuela media, no sé si profesores, sí tutores. Esto es un poco el desafío, teniendo en cuenta algo que también es muy interesante: que somos la primera generación que como sociedad nos hemos impuesto el mandato de que todos los chicos vayan 13 años a la escuela, de calidad, en buenas condiciones. El mandato anterior de la ley 1420 tardamos setenta años en alcanzarlo: en 1884 prescribía el primario obligatorio y recién se cumplió en 1960. Es un desafío que nos va a llevar unos años: los sectores más pobres son los que menos relación tienen con la escuela, son los que más rápido salen, son primera generación de chicos que van al secundario. Como ocurre con el desempleo: siempre hay un núcleo duro que cuesta más resolverlo.
Money money

–El año próximo termina la vigencia de la Ley de Financiamiento y se llegará al 6 por ciento del PBI. Ahora, ¿la extensión de la obligatoriedad, la extensión de la jornada completa, la preescolaridad obligatoria suponen que se va a incrementar más la inversión para cumplir con esas metas?

–Una de las funciones de la Unidad (de Tedesco) es pensar una nueva ley. Ya empezamos a hablar con los ministros que representan a cada región del país. Probablemente haya que repensar el Fondo de Incentivo Docente y haya que pensar en un fondo de garantía salarial distinto.

–Es decir, ¿que la Nación no aporte una suma fija uniforme para todo el país?

–No sé, nos queda un año para debatir. Los ministros dijeron: discutamos si el Fonid es la solución que fue cuando se originó. El fondo que hoy está en 110 pesos por cargo, para algunas provincias del norte de salario más bajo es medianamente importante, pero para algunas provincias del sur es casi irrelevante. Entonces hay que barajar y dar de nuevo. A eso se le añade el fondo de garantía a once provincias (financiamiento extra de la Nación para llegar al piso salarial que se fija en paritaria). Quizás alguna de esas once hoy no tiene sentido que estén adentro y quizás alguna de las trece que están afuera es necesario que entren. Hay que rediscutir con la dificultad que implica rediscutir algo que tenga 100 como tope.

–Como la coparticipación...

–Claro, todo el mundo va a rediscutir porque quiere más, nadie dice a mí me sobra y lo pongo sobre la mesa. Hay que dar esa discusión. Me parece que va a haber consenso para que sea una ley a diez años. Me parece que una nueva ley de financiamiento tiene que incrementar los recursos de alguna manera, más focalizados por supuesto. Es un logro de la sociedad argentina haber llegado al 6 por ciento del PBI pero todavía tenemos algunas cuestiones entremanos como la reforma de la secundaria que por ahí implica la necesidad de asignar recursos específicos. Quizás para trabajar un nuevo modelo, con más tutores, con otros tipo de inversiones. No sé si aumentar el porcentaje del PBI pero sí tener algunas asignaciones específicas. La Ley de Educación Técnico-Profesional, por ejemplo, marca un porcentaje del presupuesto, que este año implican 500 millones de pesos, que ha mejorado la escuela técnica, que ha hecho que tenga en los últimos años el 12 por ciento más de alumnos. Se podría pensar, por ejemplo, en un esquema destinado exclusivamente a planes de mejoras para las escuelas secundarias.

–En cuanto a la extensión de la cantidad de horas diarias de escolaridad no se han cumplido las metas.

–La Ley de Financiamiento estableció once objetivos, que la verdad hemos ido cumpliendo. En sala de 5 casi estamos en cobertura plena, la universalización de la escuela media es un objetivo muy ambicioso: la ley es de 2006 sabíamos que en 4 años no se podía lograr. El otro objetivo donde estamos más lentos es en la escolaridad extendida o completa, la verdad que arrancamos con 5 o 6 por ciento, aumentamos un poquito pero estamos lejos de la meta del 30 por ciento de escuelas que nos habíamos fijado. Quizás era una meta demasiado ambiciosa. Más que pensar en jornada completa, que es muy difícil de instrumentar porque exige la multiplicación por dos de las escuelas, de los edificios, hacer acciones de jornada extendida y lo cual permite mejorar la escolaridad y la calidad, pero no duplicar la inversión que prácticamente es imposible.

–Alguna vez dijo que el sistema educativo era visto como un archipiélago con muchas islas infelices y pocas felices. ¿Lo ve así? ¿Y qué aspira en su gestión?

–Hay algo de eso. Nosotros tenemos un federalismo débil donde cinco provincias concentran el 80 por ciento del Producto Bruto Interno: la provincia de Buenos Aires, la ciudad, Santa Fe, Mendoza, Córdoba. Con un norte grande muy desvalido. Soy educador, las cosas las veo mejor: creo que están mejor las más relegadas pero por supuesto que falta para que algunas provincias que sufren más la pobreza y la indigencia puedan llegar a tener la educación de otras que están mejor. Esa es una de las misiones de este ministerio, de un Estado nacional, es una función de equilibrio, de compensar desigualdades, de darle más a los que menos tienen para que se pueda, en algún sentido, equiparar esto y llegar a sociedades más semejantes. En otros países federales, los estados subnacionales son más parejos: pienso en los Estados Unidos, Alemania, nosotros nos parecemos más a México, tenemos muchos desequilibrios. Hemos avanzado en materia educativa, hemos llegado a una estructura de 6 de primaria más 6 de secundaria o 7+5, vamos a trabajar en una secundaria común para todos. Estas cosas ayudan para que ese archipiélago se convierta en algo más homogéneo.


Fuente: Página 12