11 de enero de 2009

La violencia sexista causa cuatro muertes por semana

Por Mariana Carbajal

El relevamiento lo hizo una organización feminista, en base a las noticias publicadas por los medios de todo el país. Son 207 historias trágicas que muchas veces terminan con el suicidio del homicida. Reclaman la sanción de una ley para erradicar la violencia de género.


Daiana Giselle García, de 14 años, vivía en General Roca, Río Negro. La asesinaron estrangulándola. Estaba embarazada de siete meses. En el abdomen dejaron escrito: “Te gané Juan, me la llevé yo”. El culpable habría sido su pareja, César Offidani, de 25 años, quien se entregó a la policía. A Roxana Edith Collado, de 37 años, de San Rafael, Mendoza, la mataron a martillazos. Su amante Luis González reconoció que la golpeó con un martillo porque ella se negaba a dar por terminada la relación, y fue detenido. El de Daiana y el de Roxana fueron dos de los 207 femicidios que se produjeron a lo largo de 2008. La cifra es espeluznante. En promedio, cada semana fueron muertas cuatro mujeres como consecuencia de violencia sexista, a manos de esposos, concubinos, parejas, novios o ex parejas, algún desconocido que ejerció violencia sexual o un familiar cercano, de acuerdo con un exhaustivo informe sobre femicidios realizado po

r la Asociación Civil La Casa del Encuentro, a partir de los casos publicados en diarios de distribución nacional, provincial y agencias de noticias. En España, donde la problemática de la violencia de género es prioridad de Estado desde que José Luis Zapatero llegó al poder, los femicidios fueron en el último año 73, casi tres veces menos que en la Argentina, aun cuando aquí hay unos diez millones menos de habitantes.

Leer el informe de La Casa del Encuentro estremece. No se trata de un número estadístico, gélido y despojado de rostro. Cada uno de los 207 crímenes tiene nombre y apellido. Son historias de vida truncas por una violencia que se naturaliza, que en la mayoría de los casos no pasan de ser una noticia pequeña en los medios.

El trabajo lleva el título “No mires para otro lado. La indiferencia te hace cómplice”. “Lo difundimos con la intención de sensibilizar y socializar uno de los tantos efectos de la violencia sexista, tal vez el más extremo, en nuestro país”, explicó ayer a Página/12 Fabiana Tuñez, coordinadora general de la asociación civil. La entidad, con sede en el barrio porteño de Almagro, trabaja contra la violencia de género. El 3 de cada mes marcha frente al Congreso en reclamo de la aparición con vida de las cientos de mujeres chupadas por redes de trata en el país y los fines de semana monta “carpas itinerantes” en plazas de la ciudad de Buenos Aires y el conurbano, para visibilizar el flagelo de la violencia contra las mujeres.

“Estamos hablando de que hay un Cromañón por año de mujeres y nadie reacciona. Hay que pensar que estamos marcando un piso, porque la cifra puede ser mayor dado que no hay registros oficiales y nuestro informe toma en cuenta los casos publicados en diarios y agencias de noticias”, señaló Tuñez.

Sobre los 207 casos, 16 femicidios fueron producidos por integrantes de alguna de las fuerzas de seguridad.

La mayor cantidad de víctimas tenían entre 31 y 50 años, pero también hay niñas de 2, 3, 6, 7, 8 y 13 y adolescentes de 14, 15, y 16 años. Y una mujer de 82.

El informe revela que los culpables señalados en el momento de publicación del caso son en primer lugar esposos, concubinos, parejas y novios; en segundo lugar, ex parejas, en tercer lugar, desconocidos que ejercen violencia sexual, y en cuarto lugar, personas con alguna vinculación familiar directa: padres, hermanos o hijos.

“La violencia contra las mujeres y niñas es una cuestión de política pública y derechos humanos. Es urgente que se profundicen las políticas públicas, que han demostrado ser insuficientes. Es imperiosa la sanción de una le

y integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia de género”, consideró Tuñez. Como informó Página/12 en su edición del domingo, existen en la Cámara de Diputados diversas iniciativas, una de ellas con media sanción del Senado, pero desde hace varios años es una asignatura pendiente la aprobación de una nueva legislación, acorde con la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, ratificada por la Argentina el 5 de julio de 1996 y convertida en Ley Nacional Nº 24.632.

Los femicidios son la punta del iceberg de la violencia machista. La cifra de mujeres víctimas de un homicidio, en realidad, es ínfima en comparación con la gran cantidad que convive a diario en su círculo íntimo con golpes, amenazas, bofetadas y otro tipo de violencias. Muchas de ellas pueden salir de ese círculo. Otras, en cambio, permanecen en ese escenario de terror por años. Muchas quedan con lesiones y marcas en su p

squis de por vida. Algunas son asesinadas.

La violencia de género no sólo hace referencia a la violencia física y sexual ejercida contra las mujeres, sino también a la psicológica, social, económica e institucional que padecen. La violencia machista es “un problema estructural directamente relacionado con la desigualdad entre los géneros”, advirtieron recientemente en un informe difundido en el país las agencias de la ONU Unifem y Unfpa. Se estima que al menos una de cada tres mujeres ha sido o será golpeada, forzada a mantener relaciones sexuales o sufrirá algún otro tipo de malos tratos a manos de su pareja a lo largo de su vida.

Tuñez aclaró que debido a que no existen estadísticas oficiales, en el informe no están contempladas

las mujeres que ingresan a los hospitales con evidencia de haber sufrido violencia de género (en muchos casos hay denuncias anteriores por maltrato) y que en los certificados de defunción figurarían como “muerte por paro cardiorrespiratorio”.






Fuente: Página 12

La maestra y las redes

Por Mario Wainfeld

Dedicada a la autora de esta contratapa



Llamémosla M. porque es maestra en algún lugar de la provincia de Buenos Aires y porque, como ya se explicará, quiere mantener en reserva su identidad.

M. leyó alguna nota mía, le valió para hacerme llegar sus reflexiones por correo electrónico, a la dirección que se indica al final de esta nota. Me escribió lo que sigue:

“No puedo más que imaginar el barrio donde trabajo. Todas las escuelas donde he enseñado y que seguiré conociendo. A veces llega a la desesperación el llamado a alguien o a algo... que mire, que atienda y responda. Cada día, cuando comienza la tarea, llegan los reclamos de la gente. ‘¿Por qué no hay más personal de limpieza?’ ‘¿Por qué no dan más cosas en las escuelas?’ ‘¿Por qué no hacen algo ustedes, señoritas?’

Sí, los docentes argentinos, de los que la señora presidente descree y desvaloriza. Nosotros, armando redes que al poder no le importan y no la ocupan.

Redes para que la mamá de... pueda llevar en taxi a su hija al hospital que queda a miles de cuadras de su casa, redes para que ningún docente se quede solo en la parada del colectivo porque te afanan, redes para que los nenes con problemas serios de aprendizaje reciban turno en la salita barrial, redes para que nadie se vaya de la escuela sin comer, redes para que el comisario nos escuche y proteja a las familias que no mandan a los chicos a la escuela por la guerra entre bandos de la villa, redes para que el subsidio para mejoras edilicias ($2000) rinda como chicle, redes para que los chicos tengan esperanza, redes para que las madres vayan a las marchas (con la esperanza de que les van a dar mercadería y una casa) y lleguen a tiempo para cuidar a sus hijos, redes para que la violencia social generalizada nos contamine menos, redes para que todos tengan lápiz y goma de borrar... redes para que los documentos de la currícula nueva lleguen a la escuela... (sólo una copia fue entregada en cada escuela y que cada uno se las arregle para conseguirla), redes para que nuestros alumnos vean cuánto de bueno hay en cada uno de ellos, redes para que no nos convenzan de que todos los adolescentes son delincuentes en potencia.

Aquí en el barrio, en la vida de cada día, en la pelea cotidiana, poco importan las teorías políticas, poco importa la ideología de turno cuando no se puede tener un proyecto.

Trillado está que trabajamos con la esperanza y con la firmeza de que es posible un futuro mejor, aunque cada día compruebo que estamos solos pero SIEMPRE... tejiendo redes.”

Leo en mi casa porteña y amigable. Recuerdo una frase redonda del sociólogo Denis Merklen, en una entrevista realizada en este diario: “los pobres están condenados a la participación”. Condenados a juntarse, a movilizarse, a aunar esfuerzos. Merklen escribió un libro notable, Pobres ciudadanos, cuyo título empieza a describir una dualidad. Por un lado, los pobres son ciudadanos que accionan y bregan por sus derechos, no meros rehenes o esclavos, como describen quienes los desconocen, los miserabilizan, les perdonan la vida. Pero esa ciudadanía es, en mis propias palabras, de baja intensidad por las desigualdades de cuna, de competencias y de recursos.

“Porque sos débil, tenés que moverte”, sistematizaba Denis. Mi flamante amiga M. les pone voz y pasión a esas reflexiones. Le envío un correo electrónico, le pregunto si puedo publicar sus palabras, si eso les servirá a ella y a sus alumnos. Responde que ser escuchados y difundidos siempre ayuda. Me autoriza pero me pide que no divulgue su nombre y que, aun así, que pode un párrafo que se refiere (son mis palabras, de nuevo) a los poderes de la calle. Teme represalias de las autoridades jerárquicas o de ciertos pesados... las ha visto o vivido.

Le respondo que “buscaré la vuelta” para hacer conocer su mensaje, tan personal y colectivo a la vez. M. es una de tantos trabajadores y luchadores sociales argentinos.

“La vuelta” es esta contratapa. Por eso está dedicada a su autora, que es M. y no quien la firma.

Yo sólo le meché unas frases, le di un formato. Le agregué una dedicatoria. Y la cerré con un beso a la distancia para esa digna maestra cuyo rostro desconozco.

mwainfeld@pagina12.com.ar

Fuente: Página 12