10 de enero de 2009

Rally Dakar: otra campaña colonizadora

Como una nueva expedición colonizadora o campaña al Desierto, en el sentido más amplio del término: como conquista, ocupación, apropiación, destrucción y explotación del espacio natural y social al servicio del lucro de unos pocos, facilitado por la aculturación del "sentido común" o la conciencia colectiva para que no sólo acepte, sino además celebre los privilegios de los colonizadores, ha transcurrido por nuestra Patagonia el denominado “Rally Dakar” Argentina- Chile.

Muchas voces se opusieron, pero los grandes medios de información las silenciaron. Claro, ellos son parte del negocio que generó la movida, así como los operadores turísticos e inmobiliarios que acumularon algunas ganancias, a costa de lo que destruyó, puso en riesgo y vulneró la calidad de vida presente y futura de los que vivimos acá, el paso del ejército colonizador.

Los hospitales públicos suspendieron intervenciones quirúrgicas porque tuvieron que poner toda su estructura de Emergencias al servicio del evento en sí y de los accidentes que produjo (no pocos), este llamado Rally. Vehículos aéreos y terrestres del Estado, estructuras de seguridad y defensa civil de todos los órdenes, por entero al servicio de ellos, caminos rurales destruidos donde la paisanada tendrá que arreglarse sola para pasar con su viejas f-100, bravas o falcon, porque en nuestra Meseta casi nadie tiene 4x4, violación de áreas naturales protegidas y de sitios arqueológicos, alteraciones ambientales variadas de consecuencias inciertas, porque no se hizo ningún estudio de impacto ambiental, no se proporcionó ninguna información ni se consultó a ningún potencial afectado, violando todas las leyes al respecto. El costo social y público del Rally no lo pagan ni sus organizadores, ni los felices aventureros corredores o espectadores, tampoco lo pagan los operadores económicos que ganaron plata con ello. Tal vez algún día lo pague el Estado, luego de que mucha gente ejerza alguna protesta social (de esas que tanto molestan a algunos que gustan de este Rally), con dinero que recaude del IVA que paga cada argentino cuando compra pan, leche o fideos, aunque ese dinero lo haya obtenido de una miserable changa de $20 ó $30, al servicio de algún ocasional explotador que evade impuestos y genera trabajo en negro y tal vez fue un feliz espectador y defensor de este Rally, tan financiado por el Estado.

Muchos fueron a emocionarse viéndolo, porque les gustaría hacer lo mismo que los colonizadores que corrían: estar a bordo de poderosas máquinas que nada ni nadie detiene a su paso: ni gente, ni animales, ni plantas, ni nada. Ese sentimiento no los hizo enojar cuando se les impidió cargar combustible en más de 11 estaciones de servicio, solamente de la ciudad de Neuquén, que estuvieron afectadas en forma exclusiva para los colonizadores. Tampoco se enojaron por no poder hacer trámites bancarios, luego hacer largas colas. Seguramente cuando alguien les comente que, por el rally, le postergaron una operación programada en un hospital, levantaran los hombros y pensaran “Qué mal anda el sistema de salud”. El espíritu colonizado nos coloca los anteojos para ver la realidad color Dakar y todo lo que en otra circunstancia estaba muy mal, como el desabastecimiento, la imposibilidad de hacer trámites en el banco, que los sistemas de salud, seguridad, defensa civil no nos protejan como debieran porque su prioridad es otra, ya no es tan grave, se torna tolerable “para disfrutar de este acontecimiento que tal vez nunca lo veas, porque no podemos ir al Africa”, donde no lo hacen más por la andanada de protestas y repudios que han generado por el daño producido. Como nos gustó tanto, ahora dicen que lo quieren todos los años por estos lares.

No se puede culpar a la gente descuidada por los accidentes ocurridos. En estas competencias todos los accidentes son culpa de los organizadores, pues si no hay condiciones de seguridad la competencia no debería realizarse, así como si hay dudas sobre el daño ambiental y social que un evento puede producir tampoco debería realizarse, se llama “principio de precaución” y figura en nuestra constitución nacional en forma clara y taxativa. Por lo demás, los legendarios “Dakar” no son ningunos desconocidos, tienen una trayectoria de accidentes, destrucción de lugares naturales y sociales, de violación de derechos de muchos pueblos del tercer mundo, como los africanos y nosotros, que nacimos para pito y nunca seremos corneta o primer mundo.

Todo sucede en un país, una región y una provincia, donde los bienes naturales (el agua, la tierra, los valles, la meseta y la montaña) son tan expoliados y maltratados como la gente, los trabajadores, los jóvenes, los pueblos originarios, las mujeres, en fin todas las personas que nunca se sentaran en la mesa de los poderosos. En nuestra región se instalan las industrias químicas y las pasteras que ya no pueden instalarse en el primer mundo, aquí se utilizan los métodos de producción bestiales del monocultivo y los venenos, o la grasosa carne del feed-lot que no se usan por allá, aquí son de venta libre muchos medicamentos que ellos producen aquí, pero prohíben en sus países. Aquí se demuelen montañas enteras para sacar un poco de oro, contaminando millones de litros de agua por día con arsénico y mercurio. Aquí no tenemos los mismos derechos a la calidad de vida que ellos tienen, por eso tenemos que repudiarlos y decirles que no hagan el Rally, con el príncipe petrolero a la cabeza, sin garantizar que nada será puesto en riesgo, sin preguntar a los pueblos afectados si están de acuerdo, sin tocar los lugares naturales intangibles, sin alterar nada de nuestros bienes naturales.

Sólo hay una actitud peor que la del colonizador: la del colonizado que los defiende porque cree que puede ser un día como ellos y llevarse por delante a sus pinches vecinos. Por eso es necesario decir todas estas cosas aunque parezca una prédica en el desierto, en medio de tanta confusión. Como dice Eduardo Galeano: “en tiempos de crisis, tiempos de definición, la ambigüedad se puede parecer demasiado a la mentira”. Señoras y señores, empecemos a debatir cómo impedimos el próximo Dakar. Porque siempre hay una nueva Re-colonización.

Luis Giannini.
Sec. Gral. CTA Río Negro.

Cipolletti, 7 de enero de 2009.