15 de diciembre de 2008

El dedo en la democracia (Alicia Miller)

Esta semana el país y la provincia recordaron los 25 años de vigencia ininterrumpida de la forma democrática de elegir autoridades.

La democracia -se sabe- no es sólo eso. Representa la construcción cotidiana y plural de un sistema de gobierno y de una forma de vida basados en el reconocimiento de la diferencia y el disenso.

Por eso, contempla el gobierno a cargo de representantes elegidos legal y colectivamente que ejerzan una función acotada por la ley, por la periodicidad de los mandatos y por un marco de contrapesos y controles destinados a garantizar la publicidad de los actos de gobierno, la responsabilidad de los funcionarios por sus acciones y el uso de los recursos del Estado en favor del interés del conjunto.

En el marco de las celebraciones, la Legislatura homenajeó a los legisladores del primer período posterior a la dictadura. Fue pensado como un acto formal, prolijo. Hablaron varios ex diputados. El radical Jorge López Alfonsín, después de años de silencio político, provocó asombro y malestar al oficialismo: señaló las deudas de la democracia con la comunidad, lamentó el cinismo de los tiempos actuales de la política y se preguntó si el mejor modo de celebrar la democracia no era ejercerla, en lugar de tirar cañitas al aire.

En ese ámbito, el gobernador Miguel Saiz dijo que la democracia implica "respeto" a los poderes del Estado y a las instituciones, en alusión bastante explícita a las denuncias efectuadas por la defensora del Pueblo. Un día más tarde, en la misma línea aunque bastante más enojado, dijo en el Comité Central que "este Poder Ejecutivo no se deja meter el dedo en el culo nunca más".

Enseguida, sus colaboradores habían advertido lo inapropiado de la frase y se pretendió justificar el exabrupto en un supuesto "plan de desestabilización". Claro que no había tal. Sólo una conversación de sobremesa en la cual la defensora del Pueblo había dicho ante no más de cuatro personas que mantendría su actitud de control y que le asombraba que el gobernador no introdujera cambios en defensa de su gestión. "No sé qué piensa hacer, pero si sigue así no llega hasta el 2011", dicen que dijo.

De esa frase se tomó el gobierno para diseñar una estrategia que, por un lado, justificara la vulgaridad proferida por Saiz y, por otro, distrajera la atención pública de la larga serie de denuncias en gran medida canalizadas a través de la Defensoría del Pueblo y que actualmente son motivo de investigación en la Justicia y en otros órganos de control político o legal. En síntesis, victimizar a Saiz e, incluso, convocar a las fuerzas políticas a defender una incuestionada estabilidad de las instituciones.

Por eso, y para un mejor análisis, conviene separar algunos puntos.

? Primero: tras el episodio conviene repasar el contenido de los tres discursos que el gobernador pronunció entre el miércoles y el jueves, que reflejan un equívoco concepto de la democracia.

El gobernador pidió obediencia y silencio frente al Poder Ejecutivo. Su tono inusualmente imperativo hizo pensar en el dedo de las autocracias, desde arriba hacia abajo, apostrofando. Esa misma intención tuvieron la amenaza de juicio político al juez Reussi y al fiscal Álvarez y la intimación a la jueza Bosco realizadas por el fiscal de Estado y el ministro de Gobierno.

Pero la democracia otorga más facultades al ciudadano común y al control y más obligaciones a las autoridades. No al revés. El control de los actos de gobierno, tanto el institucional -que ejercen los organismos específicos- como el difuso -a cargo de la ciudadanía, los partidos políticos, el periodismo, las entidades intermedias y las ongs-, es esencial al sistema.

Podría decirse que, en democracia, es deseable que cada gobernante sienta la incomodidad de saberse vigilado. Plagiando al gobernador: que sienta como si tuviera un dedo en un lugar sensible. El dedo de la sociedad a la cual se debe. ¿Por qué molestarse ante lo lógico y legal?

? Segundo: el enojo de Saiz tiene más que ver con su inacción frente a las denuncias que con un inexistente conato de golpe de Estado. Hace meses elige una malentendida lealtad hacia sus funcionarios cuestionados en lugar de dejarse orientar por la brújula de los deberes propios de su cargo.

Hagamos un repaso somero a las denuncias y a su respuesta:

- La compra durante años de comida preelaborada de baja calidad nutricional a firmas de un grupo que ha ido creando empresas y concursándolas, sin respaldo técnico ni económico. Sin cambios.

- Se volvieron a comprar medicamentos a la droguería que proveyó el Yectafer adulterado que provocó la muerte de una joven y graves lesiones a otras. Sin cambios.

- Esa misma firma proveyó medicamentos costosos con troqueles falsos en presunta defraudación fiscal o, en el peor de los casos, en venta de drogas falsificadas. Un faltante de oncológicos podría involucrarla.

- Pagar presuntos viajes a empresas transportistas sin que aparezca con claridad la justificación del gasto en pasajes. Sin cambios.

- Ascender a oficiales sospechados de connivencia con proxenetas en presunta red de trata de jovencitas y mantener sumariado y sin sueldo al único policía que investiga para la Justicia en la causa. Sin cambios.

- Designar hace dos años a un funcionario para una tarea aún pendiente. Hay indicios de que su verdadera función es una prohibida labor de inteligencia. Se retaceó información personal a la Justicia.

- Se pagó por un salón de usos múltiples que no se realizó. Suspensión "provisoria" al funcionario responsable.

- Se pagaron 90.000 pesos por una vereda en la casa de un funcionario, en evidente sobreprecio. Sin cambios.

- Se mantiene desfinanciado el Tren Patagónico, con inadecuado mantenimiento y sin un plantel técnico acorde, pese a una planta política generosa.

- El presidente del bloque oficialista fue denunciado por presunto enriquecimiento injustificado y ratificado en el cargo. La Legislatura asumió una investigación que corresponde hacer al fiscal de Investigaciones Administrativas.

- La atención y seguridad de los niños y niñas alojados en instituciones públicas o privadas bajo tutela del Estado provincial han sido puestas en cuestión. Sin cambios.

Lo único que el gobernador ha hecho hasta el momento ha sido enojarse. Y ahora, mucho.

? Tercero: es probable que su reacción obedezca a la percepción de una debilidad interna, nueva para él. Hace dos años, su palabra era ley y pudo llevar a su partido a aliarse con los Kirchner. Hoy tiene que compartir listas partidarias con el sector de Fernando Chironi, escuchar críticas a su alineamiento frente a la Nación y soportar demandas de órganos de control que durante años no lo inquietaron.

Pero, por fortuna, nada serio. Los males de la democracia se curan con más democracia.

ALICIA MILLER
amiller@rionegro.com.ar



Fuente: Río Negro